5.14.2010

Entrevista a Claudia López Ortega

La fotografía como un acto poético


Gabriel Medina G.

Claudia López Ortega (Torreón, Coahuila, 1979), comprometida con el arte de la fotografía, ha formado parte de la Agencia Magnum en Paris y en Toronto, donde se especializó en fotoreportaje. Actualmente es asesora en el Colegio de Fotografía de Occidente en Guadalajara, ciudad donde radica. Su fotografía El taco tuvo mención en CNN en Español México Revelado, con una muestra itinerante en 2010 por diversos lugares de México. Para ella la fotografía adquiere dimensiones tan complejas como las del quehacer poético y exige respetarla.

Gabriel Medina entrevistando  a Claudia López Ortega


¿Cómo definirías tu trabajo? ¿Por dónde has transitado en el mundo de la fotografía desde tus inicios hasta ahora?

Ya tengo un buen rato, pero creo que lo definiría como un estilo muy clásico. Siempre me he tratado de inclinar por hacer una foto, pero que el primer disparo sea el bueno y creo que siempre me he caracterizado por eso, por no disparar miles para ver qué sale. Y dentro de eso trato de buscar un lado innovador y divertido en la fotografía. Empecé hace como nueve años, más o menos, estudiando en la Ciudad de México. Ahí hice fotografía básica en la Escuela Activa de Fotografía; tuve muy buenos maestros, muy exigentes, de esos que rompen las cosas frente a uno y dicen que uno es… que no vale el trabajo de uno: “vuélvelo hacer… ¡esta porquería!…ya lo vi… preséntalo nuevo”. Entonces, creo que eso de alguna manera marcó mi tendencia al hacer fotografía, como más estricta conmigo misma. Pero al grado de disfrutarlo y de tratar buscar algo muy mío dentro de lo que estoy escribiendo.



¿Ya has encontrado lo muy tuyo, lo ubicas perfectamente o estás en esa búsqueda?

No, yo creo que ya lo encontré. Ya he experimentado diferentes tipos de fotografía: he hecho mucha fotografía estenopeica y me gusta bastante. Ya hice mucha producción; de hecho, los primeros años de mi carrera se caracterizaron por producir. Todo era producido. Entonces me divertía mucho poder controlar. Por lo mismo que soy muy exigente con mi trabajo, me divertía poder controlar las iluminaciones y los objetos que pudieran aparecer en mi fotografía. Siempre me dio mucho miedo lo documental, el acercarme a la gente…



¿Por qué?

A lo mejor por no querer invadir el espacio de las demás personas. Y por miedo a que pudieran llegar a posar y dejar de ser naturales. Pero ya tengo un rato haciendo documental. De hecho lo aprendí de alguien bastante bueno. Él me dijo: “tú acércate y disfrútalo y si te golpea, pues te golpearon y si te lastiman, te lastimaron”. Pero el chiste es hacer las fotos y que registres lo que está sucediendo pero siempre con la empatía con lo que estás retratando, sin involucrarse demasiado.

De la serie Utopía


¿Quién es esa persona de la que aprendiste mucho?

Chien-Chi Chang. Acaba de ganar hace unos días el premio internacional de fotoperiodismo. Estuve un buen rato con él, siempre con una manera de ser tan exigente que a veces le presentaba mil fotos y a todas me decía “no”. Y yo decía: es que son buenas, este es mi trabajo. Y me decía: “no, puedes dar más”. Entonces, el empujarte a los límites en los que no puedes entrar, que sabes que son tus límites y luego, sobrepasarlos, es increíble. A partir de ahí encontré el sentido de mi fotografía. No la podría clasificar como una tendencia innovadora, como algo increíble o nuevo. No lo puedo clasificar así, pero creo que dentro de lo clásico tengo un estilo muy surrealista, muy soñador, no sé… te invitan a soñar las fotos. Al menos mis fotos a mí me invitan a soñar y a contar historias de lo que estoy viendo; y que pueden ser diferentes a lo que estaba realmente sucediendo.

A veces puedo hacer documental, pero siempre tienen esa tendencia muy romántica -por más que me esfuerzo para que sean frías y sean tal cual son-, siempre tienen esa tendencia a ser muy surrealista, yo creo que así lo podría clasificar.



Hablando de límites, ¿ya los superaste todos?

Ya aprendí a confiar en mi trabajo. Porque antes no lo hacía, antes siempre lo mantenía, no lo mostraba. Todo mundo me decía: “enséñalo, ¿por qué no expones?” Y nunca me había animado a mostrar mi trabajo porque realmente no confiaba en él. No tenía la suficiente confianza porque siempre me estaba comparando con los grandes, muy grandes. Entonces, creo que ese fue uno de mis grandes errores, bueno… no error, más bien aprendizaje. El poder romper mis propios límites fue así como… ¡bueno, se puede hacer cualquier cosa!

De la serie Utopía


Como fotógrafa, ¿te sientes en plenitud?

No, me falta. Ahora lo que necesito es quitarle lo romántico a la fotografía y hacerlo documental cien por ciento. Necesito dejar de escribir poéticamente con la foto para que sea tal cual. Por eso estoy haciendo esta nueva serie; la idea y el título los retomo de un movimiento social en Francia que se llama Ni putas ni sumisas, que va en pro de la mujer. Uno se imagina que en el primer mundo todo está bien y no es cierto. Entonces se me hizo que aplica perfectamente aquí en México por todo lo que conlleva. A mi proyecto le puse “Ni putas ni sumisas. Ensayo sobre las mujeres mexicanas”, y creo que puedo hacerlo poético o romántico pero sí apegado a la realidad. Lejos de que sea pro feminista, es enseñar la realidad en la que estamos.



¿Qué tanto llevas avanzado de este proyecto?

He hecho cosas aquí en la ciudad, pero la idea es recorrer diferentes puntos del país. Yo creo que en unas semanas me iré a México a retratar algo. Tengo la idea de irme a Chiapas a buscar comunidades indígenas, ya encontré algunas que creo son más accesibles; y buscar dentro de su misma cultura lo que se les impone, que de alguna manera las hace encasillarse en estas dos etiquetas. Y tratar de buscar que va más allá, que no es nada más la una o la otra.

¿Cómo te involucraste con la Agencia Magnum?

Hicieron una selección. Hacen una especie de internados en ciertos lugares del mundo donde la fotografía tiene mucho peso: Francia, Italia, Canadá y eventualmente hacen en Estados Unidos y Australia. Me llegó un correo invitándome a participar. Tuve que haber hecho una selección de sólo ocho fotografías que hablaran de mi trabajo. Entonces fue muy difícil porque Magnum es documental y mi trabajo todavía no tenía esta tendencia. Entonces, dije: “bueno, esto es lo que soy y si pega bueno y si no, ni modo”. Y lo mandé y quedé en una selección de entre seis u ocho alumnos con un fotógrafo de Magnum, afortunadamente fui seleccionada por Chien-Chi. Así fue como estuve trabajando con él.

A partir de ahí tuvimos una exposición en Toronto del material que trabajé y el día final del cierre me dijo: “¿por qué no a aplicas para hacer el internado? Tienes muchas capacidades y puedes también trabajar en la editorial”. Inicialmente me invitó a las oficinas en Nueva York, pero insistí en irme a Paris y así fue como me fui a Francia. Ahora estoy pensando en irme a Nueva York, pero ahí sería estar en la edición y lo que yo quiero es hacer fotografía. Todavía no sé la decisión que voy a tomar: si lo más adecuado sea irme y estar en la oficina y al menos ya tener un pie adentro, aunque sea en la editorial, o dedicarme de lleno a mis proyectos y poderlos presentar en algunos años.

Nada más hay una mexicana que ha intentado entrar a la agencia que es Maya Goded. Entró como nominada, de hecho Chien-Chi me habló de los aciertos y los errores de Maya. Me dijo: “si lo quieres hacer, fíjate mucho en las fallas para que no caigas en eso”. Es muy bueno el hecho de que haya alguien que lo intentó y quedó nominada. ¡El hecho de quedar nominada ya es un gran logro! Para ello existen muchos factores. Conocí a los fotógrafos de la agencia. Y había a los que admiraba mucho y dejé de admirar porque su calidad humana como persona fue muy baja y había los que pasaban desapercibidos y se ganaron mi mayor respeto y admiración. Entonces creo que todo eso influye mucho en tratar de pertenecer, sobre todo a estas agencias en las que tu trabajo depende de los demás, del criterio con que vayan a evaluarlo. Estando en París tuve la oportunidad de ir a la agencia Seven y se rigen con otros principios diferentes, le dan más importancia a todas las tendencias nuevas: las manipulaciones, las descomposiciones...


De la serie Utopía

Con Magnum ¿cuál es la tendencia?

Son más clásicos.



¿A qué te refieres con clásico?

El tener un poquito más de respeto a la fotografía. Con Magnum me sentí muy a gusto porque, por ejemplo, no hay manipulación digital, le puedes meter algo pero sin alterar; que tenga mérito la fotografía por el fotógrafo mismo a la hora de disparar y bajo las circunstancias que había que disparar. No el hecho de que como salga y la arreglo después. Esta, creo que ha sido mucho mi tendencia desde el principio. Y cuando estuve dando clase, muchos de mis alumnos tenía como una regla el fotoshop, y yo le decía: “¿¡es la regla!? Entonces eres fotoshopero y no fotógrafo”. Creo que no hay que confundir las herramientas, se puede llagar a ser fotodiseño y ya no fotografía. Tal vez por eso me encontré a gusto con ellos. Es preocupante porque te ves jalado por estas tendencias: quién no usa el fotoshop, quién no le pone diseño, quién no le pone letras, quién no le agrega algo.



¿Por lo pronto estás concentrada en “Ni putas ni sumisas…”?

Sí, aunque “Utopía” nunca lo dejo, puede ser que siempre me encuentre algo por ahí, y ahora “De tiempo en tiempo” que nació también ahí está... Es decir, no los dejo, son proyectos que sigo haciendo y que siempre encuentro algo que se ajusta a cualquiera. No estoy caminando y a ver qué disparo. Siempre llevo en mente qué es lo que quiero buscar y que sea lo suficientemente bueno como las anteriores o mejor.



¿Háblanos de “Utopía”?

Se trata de este escenario que es un microcosmos, que es donde vivimos. Entonces va paseando por ahí la gente, como danzante pasan por el escenario, e interpretan un papel pero realmente no se dan cuenta del papel que están jugando porque es la vida cotidiana. Y pasan y van y vienen y se aburren y sueñan y piensan… se enamoran. Pero también hay cosas tan ricas en todo este escenario que no las ven y no se dan cuenta. Entonces es como el contraste entre todo lo rico que puede presentar la vida cotidiana con el diario vivir y la rapidez con la que vamos: gente en el coche, aburrida, gente en el camión como desganada o pensando, unos que están enamorados por ahí… pero tienen todas estas cosas increíbles enfrente y no las vemos. De eso se trata. Una utopía al final de cuentas.

De la serie De tiempo en tiempo

¿Qué nos puedes decir sobre “De tiempo en tiempo”?

No quisiera que sonara así, pero realmente sí va por ahí. “De tiempo en tiempo” son hombres nada más, pero representados en diferentes facetas, no necesariamente por las edades, sino el hombre enamorado, hombre enamorando, el hombre trabajando, el hombre solo, el hombre acompañado, el hombre sin ambiciones, el hombre con muchas ambiciones… No quería que fueran sólo hombres pero me encontré con que “De tiempo en tiempo” son puros hombres los que salen ahí. Esta serie de esto se trata: el hombre como hombre, no como ser humano, sino como macho. El reto era buscarlos sin que se dieran cuenta y sin que posaran, obviamente, pero en situaciones en las que son vulnerables o se ven vulnerables ante los que está sucediendo. Es divertido, me divierte mucho.


Algunos otros planes que nos quieras compartir.

Siempre he tenido la idea de que quiero formar un fomento de apoyo a la fotografía como arte. No tanto en el lado comercial ni del lado de a ver quién expone más. Más bien es darle importancia a la producción y a los materiales. Que el público lo perciba más como arte. Eso es lo que quiero hacer aquí en Guadalajara, en unos años más, más madura.


¿Cómo ves el panorama en México del documental en la fotografía?

Creo que hay estas dos tendencias muy grandes en las que se divide el documental: el fotoperiodismo que es la nota roja, amarilla o blanca, que vemos en los periódicos todos los días, y luego esta otra fotografía que es de autor documental, que es más impulsada al arte, haciendo documental. Del lado del fotoperiodismo de la nota roja, no sé… no les quiero quitar mérito a los fotógrafos porque tiene un gran mérito al hacerlo, pero creo que andan allí afuera muchos que no saben y se les entrega la herramienta como medio de trabajo y lo hacen… usan el automático, el flash y sacan la nota al siguiente día. Creo que tiene más mérito el fotógrafo que le dedica un poco de sus conocimientos: desde agarrar su cámara, medir, disparar… De esto sí te puedo hablar.

Creo que tiene mucho peso y ha crecido mucho en los últimos años. Está la generación de los muy buenos, de los grades: Manuel Álvarez Bravo, Ignacio López, Graciela Iturbide… Luego viene esta generación que tiene menos limitaciones, que tienen más acceso a toda la fotografía, son los que abrieron el mundo de la fotografía aquí en México: Pedro Meyer, Francisco Mata Rosas, Pedro Valtierra... Creo que son bastante buenos. Han dejado un muy buen camino para todos los que venimos. Hay mucho fotógrafo muy bueno. Dando las clases, yo les digo a mis alumnos: “ya son, el simple hecho de tener la necesidad de fotografía algo y el poder hacerlo de una manera educada o consciente…” darle el respeto a lo que ya existe. El tener todo esto y aparte tener el talento para poder encontrar las cosas que van a transmitir o que van a comunicar algo… eso no se aprende, ya se trae, creo, no sé. Yo siento que ya lo traes.

Hay los nuevos, muy nuevos, que están haciendo fotodiseño. Pero creo que ya es otra tendencia muy diferente a la fotografía.

De la serie De tiempo en tiempo
¿Ya no lo consideras fotografía?

En lo personal no.



¿Cómo sería, entonces?

Es fotodiseño… Para mí la fotografía es escribir con luces, de eso se trata ¿no? Muchas veces hago la analogía con el hecho de escribir: tienes un papel, tienes una pluma, algunos tenemos una servilleta, otros un lápiz, pero el chiste es escribir. Mi interpretación, sin demeritar el trabajo ni nada, obviamente, es que hay estas nuevas tendencias en las que se agarra la pluma diferente y se escriben puras “a”, puras “o” o se garabatea… A lo mejor va haber alguien que encuentre sentido a las “a” o al garabateo. Yo le doy más mérito a quien sabe agarrar bien el lápiz, sabe escribir y que aparte transmite algo, con sentimiento o algo inteligente, y que alguien más lo lea y quede encantado... Entonces, así veo yo la fotografía… a la que se toma con celulares ¡wuao! ¡Ya tienes diez megapixeles! ¡Qué bueno…! Pero te limitan para encontrar esta poesía en la luz, en las formas… Es una gama muy grande como para limitarte a tres botones y el automático… no puedo… también el uso del flash no me gusta.



¿Es como tomar imágenes simplemente y no hacer fotografía?

Es que siguen siendo fotografía. Es decir, el escrito del que escribe “a” y garabateo sigue siendo un escrito. Y también del que escribe poesía es un escrito, pero no puedes comparar la escritura de un niño de dos años con la escritura de Octavio Paz. Hay niveles, hay cultura, hay conocimiento, hay enriquecimiento. La escritura de un niño tiene su mérito… No sé, a lo mejor es poner muy arriba a la fotografía, pero así la veo. Creo que tiene su mérito, que debemos respetarla.

1 comentario:

Blanca dijo...

CREO QUE LA FOTOGRAFIA DE CLAUDIA NOS MUESTRA LA SENSIBILIDAD DEL MENSAJE IMPRESO EN LA MISMA, DANDO BELLEZA, ESTÉTICA Y ARMONÍA QUE EL OBSERVADOR PERCIBE EN ELLA.