9.01.2010

David Corona y la fotografía pictórica

[[2010-09-01]]
Por: Gabriel Medina Glez.

El fotógrafo, pintor y también director del Museo de Arte Raúl Anguiano, David Corona (Ciudad de México, 1968), nos recibe en sus oficinas para otorgarnos una entrevista en torno a su quehacer artístico. Ha expuesto obras como “Un aire de ciudad” y “Jardín secreto” en Francia, China, Montreal, San Francisco y diversas ciudades de México. En esta ocasión nos habla ampliamente de la conciencia en su actitud ante el hecho fotográfico, sin perder de vista su intención artística. 


fotos de entrevista por: camara de ciudad

 -¿Qué aspectos crees que te definen como artista?

 
Pues yo diría que son varias cosas. Con el entendimiento de que esto es desde mi punto de vista, desde la formación que tengo de artes visuales. Definitivamente dentro del arte en general sí me he enfocado a trabajar como artista. La característica de la fotografía es que tiene muchas vertientes según su función. Puedes ser fotógrafo y no necesariamente ser un artista; por la función que pueda tener la imagen. En este punto, el enfoque que yo tengo sobre la fotografía tiene que ver con el arte y directamente con hacer “obra de autor”. Es decir, que tú trabajas con cuestiones que tienen que ver contigo mismo como lo hace el arte, que no tiene una función más que expresar conceptos o ideas; que, bueno, van de acuerdo con lo que se hace en el arte en general… o contemporáneo. No tiene otra función, no es una adaptación de obra que sirva para otra cosa y que también podría ser artística, sino que es, definitivamente, con toda la intención de que esté enmarcada en el arte, relacionada con asuntos artísticos. 

-¿Qué diagnóstico harías de lo que se está haciendo actualmente en la fotografía?

 
En mi caso que tuve una formación más académica-tradicional: en pintura, en grabado… nociones de todas las artes como para que busques tu vocación artística, encontré en la fotografía el lenguaje que estaba buscando para ser de éste mi lenguaje de expresión. La fotografía es la recién adoptada categoría artística, que ahora está realmente revolucionando o está permeando todos los ámbitos artísticos. Ya se puede hablar de que la fotografía es considerada una categoría formal del arte, no es un arte menor; que por supuesto esto obedece a vertientes muy coloquiales de pronto, o a otras necesidades como la foto comercial para las revistas que, sabemos, y bueno de hecho creo que ustedes tienen un número a propósito de David Lachapelle, que es la clase de artista que ha hecho de la fotografía comercial un lenguaje que trasciende la función solamente de la moda para hacerlo artístico. Así como él hay mucha gente que usa la fotografía como el lenguaje, y ya no nada más como un medio que pueda servir de soporte. En mi caso, la fotografía es un medio completo de expresión que ya está haciendo la teoría, no de otras artes, si no de sí misma. Muchos hablan la fotografía como un medio independiente. Creo que no hay mucha confusión sobre si la fotografía es arte, creo que eso ya se tiene muy claro.

A mí lo que me motivó entrarle a esto fue, justamente, en el momento en el que empezó a ser más masiva y en el que fue mucho más claro que la fotografía estaría dominando el lenguaje visual de los años venideros. Ahora yo creo, es también una opinión muy personal, que es el lenguaje del momento; la portabilidad de la imagen es una realidad. Todos tenemos este poder de crear imágenes a partir del aparato fotográfico. Ya el nivel de uso o el enfoque que le demos le dará la característica a cada quien. El ser fotógrafo se ha redefinido. No es nada más quien tiene una cámara y la sabe usar, es alguien que piensa… que no hace fotos, hace fotografía.

Hablando de la fotografía artística, lo que está pasando actualmente es que en los recientes certámenes de arte en México los ha ganado la fotografía. Te estoy hablando de certámenes en los que todas las categorías artísticas participan: arte conceptual, instalaciones, pintura… Digamos que la fotografía ahora está teniendo presencia. No está ganando todo pero está dentro de los ganadores. En el 2009, me parece, encontré estadísticas que muestran a la foto como la revelación. 


-¿A qué crees que se deba esto?

Pues que mucha gente la está utilizando. Definitivamente tiene que ver con la revolución digital, eso es un hecho. Ha puesto la imagen en las manos de prácticamente todo el mundo. Esto no se traduce a que haya más consumo de la fotografía, pero al mismo tiempo este fenómeno implica gente más especializada. Es decir, ya no cualquier foto puede ser La fotografía porque cualquiera puede tener una cámara. Las fotos no son un problema técnico, ahora es un problema de conceptos, de contenido. Antes existía un estigma técnico: ‘imprimes bien o eres bueno en el laboratorio o tienes laboratorio o tienes el equipo, pues ya te puedes considerar un buen fotógrafo independientemente de los contenidos’. Ahora el enfoque es más de contenido. Ya la manualidad, pudiéramos decir, pues está dada.

He visto con cierto interés que mucha gente ve negativo que todos tenemos las mismas cámaras, consumimos los mismos productos, vamos a los mismos laboratorios que tiene las mismas máquinas… esto deja ver la diferencia conceptual entre cada uno. Aunque vayamos a tomar el mismo lugar con los mismos equipos empieza por lo menos haber estas nociones de diferencia. Incluso entre los análogos y los digitales, esto se traduce en conciencia, en competencia. Finalmente lo que resulta de todo esto es mayor producción de calidad. Y lo que antes era una especie de estancamiento, hablamos de los 90’s, en esta década se da el resumen de la revolución de la imagen. Pero qué tanto la fotografía está influyendo en lo demás, yo lo veo como un hecho. Por poner otro ejemplo: el cine le debía a la fotografía y la pintura era la mamá de la fotografía, pero ahora está ocurriendo el fenómeno a la inversa. Ahora es un arte bastante maduro, que se está sosteniendo por sí mismo. Ya nadie confunde una cosa con la otra.

Todavía en algún museo por ahí la fotografía no podía entrar a la galería, tenían que estar en el patio, no así tal cual, pero es un hecho que se demerita. Pero hasta ese lugar tan conservador está considerando que la fotografía debe de estar al lado de la pintura y de todo lo demás. 

-Es interesante escucharlo de ti, porque tengo entendido que también incursionaste en la pintura.

Mi manera de ver el fenómeno, que tiene que ver con la manera de cómo produzco la imagen, definitivamente está más cercana a la pintura que en sí a la fotografía. Podemos decir que en la foto se habla de modos de producir la imagen y eso se traduce en el género que te representa: el documentalismo o, más recientemente, el nuevo documentalismo, la construcción –crear por medio de la manipulación–, está incluso la incursión del 3D en la imagen… o incluso hay fotografía en la que la cámara fotográfica no está presente; aunque esto pudiera ser una incongruencia… Pues yo diría que mi método para producir la imagen tiene todo la influencia de los métodos para crear la imagen en la pintura: plantear una idea en un boceto y si encuentras el referente en la realidad pues adelante y si no está, pues lo construyes, incluso se vale pintar sobre la imagen. Todo esto tiene una ilusión pictórica: desde cómo construir una escena que no existe, en un escenario que previamente fue creado con ciertos personajes, es decir crear la imagen a nivel pictórico, hasta incluso llegar al collage.

A mí me interesa todo esto porque es un género que no tiene tantas reglas o no las tiene, el único límite es que tú lo puedas imaginar o pensar. Como en el caso de la pintura: no la cuestionamos porque es una copia de la realidad o no; eso está muy claro en la pintura. La foto de pronto tiene este estigma: ‘no ocurrió por lo tanto no tiene valor como el hecho de lo encontrado’; es decir, el valor de la foto de registro todavía sigue teniendo permanencia, y eso, bueno, también tiene un método de hacer la imagen muy particular: salir a la calle o buscar en paisajes exóticos imágenes que puedan ser mucho más interesantes. Pero hay otro mundo alternativo que no existe, en la que está la imagen que todavía no existe, o aquello que sí existe pero que no tiene un referente común, digamos.

La pintura y la foto no se contraponen, más bien, para mí fue una transición natural. Yo hacía pintura que tenía que ver con el hiperrealismo, que está más cercano a la imagen fotográfica o al lenguaje fotográfico.


-Siguiendo esta línea, ¿cómo conceptualizaría tu trabajo en la fotografía? ¿Cómo definiría tus distintos proyectos fotográficos? ¿Qué hilos conductores han marcado tu obra?

 
El punto central son obsesiones recurrentes: me interesa mucho el paisaje, una por el género mismo y otra, por ciertos elementos que existen dentro del paisaje. Por ejemplo, cierto árbol en particular: me lo imagino, lo pienso y estudio su aspecto físico de una manera que pudiera entrar en un lugar que jamás estaría… La arquitectura es otra obsesión: la arquitectura imposible o ésta que no está hecha para verse porque están concebidas en un aspecto funcional que no tienen visión estética, sino todo lo contrario; pero que finalmente son una combinación de lugares, de luces, de ambientes que crean un espacio que se antoja para ser un no-lugar; un lugar que no es para verse y no está hecho para estar, pero que en realidad te produce una sensación o algo interesante…es algo complicado de explicar: ¿cómo es un no-lugar? ‘Todos son lugares’. Bueno, la referencia es que los lugares son hechos para verse, tiene toda esta intención de que la gente pueda estar en ellos y que disfrutes: un callejón oscuro no es un lugar ni para verlo ni para estar... Entonces, voy agregando elementos en el paisaje y cuando los mezclas te da como resultado lo que ahora está muy de moda: el paisaje suburbano. En el que puedes estar agregando personajes de los que, desde mi punto de vista, me fijo y estudio mucho las posturas, en función de cómo están acomodados en el espacio, lo que hacen, y lo que nosotros interpretamos al verlos; gente que quizá no está haciendo nada pero por su posición y por estar en lugares extraños te hace suponer algo en un instante, pero que no es tan visual. Pero la línea entre lo común y corriente y lo extraordinario es tan delgada en este punto que es motivo de lo que yo hago, de lo que estudio.

Por eso a mí me gusta mucho el poder pegar, cortar, editar. Si no me gusta tal o cual cosa pintada la borro y la vuelvo a poner… La cuestión de la composición es primordial. Cómo manipulo cada punto de la imagen es esencial, de ahí depende que la imagen que parezca normal no lo sea en una especie de trampa; ese detalle que de pronto ves en una imagen y ‘pues se ve real pero hay algo que no me cuadra’. Ahí es donde empieza el rollo.

Y también, en un sentido, es una manera de llamar la atención. En un principio pudiera decirte que el interés es que la gente pasara más tiempo viendo la imagen. Siendo la fotografía algo tan común ahora, es realmente difícil tener la atención del espectador. Tiene que ser algo muy bueno, y ya lo hemos dicho, consumimos cualquier cantidad de imágenes, que si no es algo muy bueno la gente se pasa de lado.

La experiencia de exponer en museos significa para mí que cuando tienes la atención del espectador por lo menos un tiempo, que se lleve una imagen o de preferencia que le quede algo, o si puedas hacer que sienta algo, pues ya estás del otro lado. Todo eso implica tener mucha conciencia de lo que pones en la imagen y de los mensajes que envías. Adicional a esto también intentas adelantarte viendo las tendencias e infinidad de imágenes. Esto es, creo yo, la función del arte: resumir la experiencia para alguien más, y resumir también intentando aumentarla.

Lo del documentalismo para mí es como otro asunto en el que yo no estoy muy interesado, es decir, usar la cámara como un medio de registro no es algo que me haya interesado. A mí me interesa mostrar ciertos aspectos de la realidad pero que en realidad no son reales. En el lenguaje fotográfico te da la sensación de ser realidad pero no lo es. Mis imágenes intentan eso: engañar por un lado, aunque no es el objetivo principal. El objetivo principal es deleitar con las imágenes, que gusten a quien sea, no solamente en el aspecto conceptual… Estoy haciendo muchas cosas: paisajes que no existen, escenarios que no son posibles o por lo menos que no hemos visto y también puestas en escena que puedan causar un impacto de efecto surrealista con idiosincrasia del surrealismo que hay en México. 

-Si defines a tu obra como surrealista, ¿Qué de tus manías, fobias y sueños se ven involucrados en tus creaciones? Pienso, por ejemplo, en algunas imágenes donde lo oscuro es recurrente y funciona como un contraste muy bueno. Se me ocurre que quizá quieras expresar algo en particular con esto.

 
Sí, definitivamente, es algo que ha permanecido. No es una estrategia o un plan. Digamos que mi primera serie formal tiene que ver, justamente, con el sueño. El negro se refiere, más bien, a algún método estético para mostrar al tiempo como algo que no se podía definir. A mí me hizo pensar mucho que la temporalidad de la fotografía o cuándo fue tomada depende mucho de la luz del cielo… Si la tierra parece estar en el día y el cielo de noche, crea una confusión extraña en la cabeza. Pero esta confusión no está inventada así de la nada, más bien se parece mucho a la función del sueño. En los sueños la temporalidad está como huida (sic), de hecho no tiene ninguna coherencia. Luego cuando recuerdas la imagen dices ‘esto no tenía sentido’. Pero estamos hablando de muchas cosas, y una de esas cosas es esta incoherencia en cuanto a que hay muchas luces para la cantidad que parece estar viniendo del cielo. Las lámparas se pueden ocultar perfectamente, pero el cielo es el cielo. Cuando vemos algo que no está bien luego luego lo identificamos; si la luz no está llegando naturalmente lo sabemos luego luego, cualquier modificación en este aspecto inmediatamente brinca. Entonces, el método de usar el negro me empezó a funcionar para crear una atmósfera muy extraña y de pronto me encontré que era una cuestión más bien onírica.

Entonces, llevas por otro camino al espectador, cuando ven que es construido, cuando creen que ya descubrieron el truco, se van por el camino inteligente, vamos a decir. Bueno, ‘ya viste que no es foto, es construcción, vamos por este camino y ahora sí vamos a ver lo que hay; intentemos descifrar lo que está tratando de decir la imagen’, método pictórico cien por ciento. La pintura no la cuestionas con base a su realidad, la podrías cuestionar con base en la belleza: te gusta o no te gusta. A menos de que sea un cuerpo y esté intentando ser perfecto y esté desproporcionado, pero esto prácticamente ya no ocurre.

Entonces, de esta mi primera serie “Un aire de ciudad”, –es como una referencia a lo que parece ciudad, tiene una reminiscencia a una ciudad pero en realidad era otra cosa–… digamos también surgió esta idea del paisaje pero del interior. Cuando hablamos de paisaje, hablamos de lo que vemos hacia fuera, pero en este caso es cómo vemos por adentro, qué es lo que nos interesa. Esto no es un invento tampoco, es algo que está ocurriendo. Ahorita que tengo la oportunidad de ser tutor de generaciones que están empezando, mucha gente está, sin saber nada, trabajando en este género del interior y hay muy pocos que les interesa registrar lo que está ocurriendo afuera. Como si nos estuviéramos retrayendo. Ya lo de afuera puede ser tan negativo –las razones ya conocemos– que mejor nos retraemos. Estamos hablando de nociones de fotografía para expresar sentimientos que todavía no están tan intelectualizados, y te das cuenta de eso: la gente esta fotografiando hacia adentro...



-¿Qué me puedes decir de tus otras series?

Entonces me fui por otros lados, recurrí a hacer un paisaje interior en un paisaje verdadero; incluso es irte a otro género: primero paisaje urbano y luego bosque. De ahí mi otra serie, la de “Jardín secreto”. El concepto es estar en el lugar donde tú como persona te encuentras realmente contigo mismo, donde sabes quién eres, pero usando un paisaje “real”. En este caso es el bosque mágico por excelencia, donde ocurrieron todas estas ondas de Merlín, de todo este rollo de la tumba, la fuente de la juventud, donde la mitología te dice que sí ocurrió. Fue interesante chambear desde ese punto de vista.

Lo que vino después fue más conceptual, empecé a hacer construcciones más intelectualizadas. La serie de “La marea”, que es mucho más reciente, tiene que ver con fenómenos del ambientalismo, de entender lo que estaba pasando a nivel global. Ahí sí era paisaje hacia afuera pero al mismo tiempo hacia adentro, donde yo empecé hacer simulaciones de lo que pasaría si hubiera tal o cual cosa; esta onda de simular lugares o situaciones extrañas o imposibles está en el rango de lo onírico… Todo mundo empezó a hacer algo porque estábamos siendo bombardeados con problemas del medio ambiente… ‘¿Cómo abordo yo este tema de lo ambiental?’ Pues a mí se me ocurrió hacer simulaciones de inundaciones, pensando en que en ciertos lugares las mareas son un aspecto de naturalidad, incluso hasta románticas. Los países que tiene esta situación, que están a nivel del mar incluso abajo, la marea es algo con lo que viven constantemente. Es un fenómeno que trasforma el paisaje en dos paisajes: la mitad del día es uno y la otra mitad es otro… ¡Wow, es alucinante! Aquí cuando hay una inundación es tragedia, no es belleza. Aquí cuando algo está inundado ya es un problema serio, las imágenes que tenemos de inundaciones vienen siempre del amarillismo por cómo están tomadas: desde el helicóptero, la gente ahogándose… nadie hace una imagen bonita, porque esa es la noción que tenemos, por lo menos en México, de cuando algo se inunda no es un asunto bonito… Agarra las dos cosas y las mezclas; una inundación que puede ser trágica pero al mismo tiempo hermosa, incluso esta otra tendencia de intervenir lugares llenándolos de agua, que puede ser natural o digital, y da igual. Aquí es donde la técnica digital te puede llevar a hacer algo que normalmente no puedes hacer, bueno… Lachapelle inundó un museo, él sí puede… Entonces yo veo que hay una línea que las construcciones obedecen a algo muy personal, muy particular y que tiene casi siempre este aspecto de realidad onírica.


-Háblanos de tu último trabajo.

 
Esta nueva serie, “Tiempo presente”, la que probablemente va a salir en la revista, básicamente ya es una compilación de estos fenómenos sociales; lo que a juicio de todo el mundo nos somete la crisis en México… a cierta clase de mecanismos de defensa, a ciertas situaciones también extrañas, y no es una crisis nada más económica sino también social. Pensaría, por ejemplo, que hay inconscientes colectivos donde tenemos friks súper arraigados o por lo menos adaptados. Tenemos, qué te gusta… unas paquitas así cuadraditas envueltas en cinta canela… En México es esto, y así hay un buen… Un poco estoy con esta onda. Aunque tratando también de quitarle el referente mexicano, haciéndolo en lugares que luego luego se nota que son fuera. Ahora me estoy yendo por el otro lado: sí buscar lugares tratando de hacerlo bien real. Para esto lo que estoy haciendo, ahora que tengo la mala fama de construir todo, es un video del lugar donde están sucediendo las cosas y luego la foto; para mostrar el aspecto irracional de cómo vemos lo representado y la representación: qué hay de lo que nosotros sabemos de la imagen y qué hay del modo en que la puedes representar y qué puede cambiar esa idea que teníamos de la imagen. Este rollo de plano es súper conceptual. Esa es otra de las cosas que va avanzando en las series en función de intereses personales. Pero sigue habiendo una misma idea de construir con métodos distintos; en algunos muy técnicos y otros muy conceptuales. Sigue habiendo obsesiones por ciertos aspectos de la naturaleza. Hay ahora interés en los personajes en una especie de retrato generalizado, en función del lugar en donde están.

Esta serie tiene todo lo anterior, pero ahora agregado el aspecto documental o que intenta ser documental, o más bien, para mí, es el Nuevo Documental donde se vale todo; la imagen no tiene que ser necesariamente real pero puede ser documental porque la información que estás dando puede ser real. Para eso es el documental: dar información aparentemente real. Con esta serie las obsesiones siguen ahí nada más como que las revuelcas con otras cosas. Cada vez es más detallado y cada vez me acerco más a la pintura, que es lo más simpático. Yo creo que esta serie resume todas las anteriores, es la que más me ha satisfecho, y siempre intento, todo el tiempo, no repetirme.

http://www.davidcorona.com/

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